Lost in time
At some point between March and September of 2020, humanity lost track of time. We went from absolute dependence on systems of time generated by travel itineraries, the transport of goods, professional meetings, school classes, appointments, birthdays, and friendly dinners to a complete suspension time and of our agendas. While that suspension was accommodated by and perhaps even appreciated for those in a place of socioeconomic privilege, many did not have the luxury of losing track of time.
To enhance the sensorial monotony that ensued from this loss of time we increased our online socialization—an effort to emulate, in some way, in-person encounters. Though soon, rather than meeting new people or struggling to maintain relationships in crowded, inconsistent Zoom calls, we began to befriend the rhythms of the sunrise and neighboring birds.
In innumerable extreme cases those who spent time in intensive care units lost connection with time through a disruption of their circadian rhythms. Like biological units of time these rhythms regulate human physiology and behavior throughout the day based on exposure to light, and therefore deeply impact the human experience. Furthermore, patients receiving assisted ventilation to maintain their existence while in prolonged comas in the face of Covid-19 suffered from physical disconnection from their environment. Due to the loss of natural rhythms—the suspension of their internal clock—the ability to capture time after regaining consciousness is a struggle if not an impossibility. While the sun still rises and the seasons change the patient’s awareness of these cycles are detached.
The global pandemic subjected humanity—individually depending on chance and sociopolitical factors—to a spectrum of temporalities; a range that moved from the monotony of simple daily tedium and the lack of attention to when days began and ended to a total suspension of time.
Psychologist Marc Wittmann explains how emotion is related to the perception of time, “...a succession of metarepresentations of the self across time provides a continuity of subjective awareness, a series of elementary emotional moments. Moreover, the experience of time would be created by these successive moments of self-realization, informed by the body. Generally speaking, our experience of time is related to the temporal integration of emotional and visceral processes linked to the interoceptive system.”[1] This would explain why an extended period of sleep, during which the response to stimuli is strongly diminished, the perception of being and the notion of time are suspended. Both things are intrinsically related, there is no perception of time without being, there is no perception of being without time.
People are programmed to experience emotional and physiological processes in tandem with others, and this provides a challenge to how one can perceive their own sense of being in isolation. Wittmann also explains that for humans there are precise, relatively brief time intervals that control and demarcate the experience of emotionally complex behaviors—the way we communicate with others through music, dance and conversation.
Liliana Farber's work L-a-s-e-n-i-o-r-a-i-n-d-i-c-a-r-a invites us to enter into an asynchronous dance with all the people who agree to be part of the temporal melody that it proposes. A poetic instant of mutual understanding that crystallizes the disconnection with atomic clocks, and the artificial ways of managing time. Ultimately proposing that among those disrupted, incoherent clocks there are still ways of encountering each other.
Roxana Fabius
[1] Wittmann, Marc “Embodied Time: The Experience of Time, the Body, and the Self”, Subjective Time: The Philosophy, Psychology, and Neuroscience of Temporality, Eds. Arstila, Valtteri and Lloyd, Dan, The MIT Press, Cambridge Massachusetts, London, England, 2014, p. 511.
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A project by Liliana Farber
Curated by Roxana Fabius
Launched in partnership between 1708 Gallery in Richmond, Virginia, United States and El Centro de Exposiciones Subte, in Montevideo, Uruguay
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Made with the support of Awarded Funds for Culture (FCC) from the Ministry of Education and Culture in Uruguay.
November 4, 2021 - February 4, 2022
Perdidos en el tiempo
En algún momento entre marzo y septiembre del 2020 la humanidad perdió la noción del tiempo de forma generalizada. Pasamos de la dependencia absoluta de la sincronicidad generada por nuestros sistemas de medición del tiempo para vuelos, trenes, transporte de mercancías, reuniones de trabajo, cumpleaños, cenas con amigos, clases, turnos en la peluquería y citas en el médico, a la suspensión total de nuestras agendas. Claro, eso para las personas que se lo podían permitir, muchas no tuvieron ese lujo de perder la noción del tiempo.
Esta pérdida convirtió nuestras vidas en una monotonía contínua acompañada por un impulso de generar sociabilidad digital, que trataba de emular de alguna forma los encuentros en persona. Pronto empezamos a amigarnos más con los ritmos de salida del sol y los pájaros vecinos, que con la idea de conocer personas nuevas en un zoom multitudinario.
En un extremo más duro, está la experiencia de las personas que pasaron tiempo internadas en unidades de cuidados intensivos, que por las circunstancias en las que se encontraban perdieron su conexión con los ritmos circadianos, que son ritmos que regulan la fisiología y comportamiento humano a lo largo de un dia en base a la exposición de luz. Los ritmos fisiológicos circadianos definen las unidades de tiempo determinadas biológicamente e impactan la experiencia y comportamiento humano.
Es más, en el caso de los pacientes que recibieron ventilación asistida como recurso para enfrentar la COVID-19, al encontrarse en un estado de coma prolongado, no solo sufrieron de esta desconexión física por su ambiente, sino que cuando se despiertan no consiguen capturar el paso del tiempo porque el ritmo se perdió, el reloj interno quedó suspendido, en aquel día en que todo se apagó mientras que el sol sigue saliendo y las estaciones cambiando.
Así, dependiendo de nuestra suerte, la pandemia mundial nos sometió a un espectro de temporalidades que se mueven entre la monotonía de la repetición del día a día, el desconocimiento de cuando un día empieza o termina y la suspensión total del tiempo.
Según el psicólogo Marc Wittmann, quién estudia cómo la humanidad percibe y concibe el tiempo: una sucesión de meta-representaciones del ser a través del tiempo nos provee de continuidad de nuestra conciencia subjetiva, formada por una serie de momentos emocionales. La experiencia del tiempo se da en momentos sucesivos de realización del ser, informados siempre por el cuerpo. En general, nuestra experiencia del tiempo está relacionada a la integración temporal de procesos emocionales y viscerales conectados entre sí por el sistema interoceptivo.[1] Esto explicaría porqué un período extendido de sueño, durante el cual se busca disminuir fuertemente la respuesta a estímulos, se suspende la percepción del ser y la noción del tiempo. Ambas cosas están intrínsecamente relacionadas, no hay percepción del tiempo sin ser, no hay percepción del ser sin tiempo.
Las personas estamos programadas para generar estos procesos emocionales/corporales junto con otras personas, no es muy difícil definir la percepción de nuestro ser de forma individual. Explica también Wittmann que para las personas existen “intervalos precisos de tiempo que van de milisegundos a algunos segundos esenciales para controlar comportamientos complejos, por ejemplo: la forma en que nos comunicamos con otros a través de la música, el baile y la conversación”.
La obra de Liliana Farber L-a-s-e-n-i-o-r-a-i-n-d-i-c-a-r-a nos invita a entrar en un baile asincrónico con todas las personas que acceden a formar parte de la melodía temporal que ésta propone. Un instante poético de entendimiento mutuo que cristaliza esta desconexión con los relojes atómicos, y las maneras artificiales de gestionar el tiempo, pero demuestra que entre esos relojes derretidos existen todavía formas de encontrarse.
Roxana Fabius
[1] Wittmann, Marc “Embodied Time: The Experience of Time, the Body, and the Self”, Subjective Time: The Philosophy, Psychology, and Neuroscience of Temporality, Eds. Arstila, Valtteri and Lloyd, Dan, The MIT Press, Cambridge Massachusetts, London, England, 2014, p. 511.
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Un proyecto de Liliana Farber
Curaduría de Roxana Fabius
Lanzado en asociación entre la galería 1708 Gallery en Richmond, Virginia, Estados Unidos y El Centro de Exposiciones Subte, en Montevideo, Uruguay
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4 de noviembre de 2021 - 4 de febrero de 2022